Los
medicamentos dirigidos a mejorar la circulación sanguínea, o concrétamente las varices, no son suficientes para acabar
con este problema. Por ello han de
acometerse una serie de actuaciones
relacionadas principalmente con una
alimentación sana y el ejercicio físico, sin olvidar el uso de medias compresivas.
Ya solo nuestro
ritmo de vida actual provoca hipertensión, además, son muchos los
comportamientos inadecuados para la circulación que realizamos a diario. El
abuso de la comida rápida, el alcohol, los anticonceptivos, el sedentarismo, el
estrés son hechos muy generalizados hoy día que suponen un factor de riesgo
para el desarrollo de alguna enfermedad circulatoria a lo largo de nuestra
vida.
Estadísticamente,
entre el 10% y 15% de la población mundial tiene algún
tipo de dolencia de tipo circulatorio. El porcentaje aumenta hasta el 20% en países
como estados unidos (un poco menor en la zona europea), donde se acentúan los
malos hábitos que el estilo de vida moderno, como decíamos, ocasiona .
Aunque es
cierto que la mayor parte de los afectados no han de temer por su vida, estas
deficiencias vasculares sí que son bastante molestas y pueden degenerar a
problemas derivados mucho más serios y graves, como el infarto o el ictus
cerebral, amén de cualquiera otra también posible.
Quizás el
problema circulatorio más reconocido por
todos sea el de las Varices.
Quién las
padece sabe por supuesto que se trata de
un mal no solo estético, si no que se
hace acompañar a simple vista por hinchazón, de edema, de prurito y por una
constante sensación de cansancio, dolor y pesadez; amén de
la más que posible aparición de molestos calambres en la región gemelar de las
piernas.
Las varices
son atrofias o dilataciones venosas que
se caracterizan por la imposibilidad de efectuar un retorno óptimo de la sangre
de regreso al corazón.
Se
caracterizan por la alteración de las válvulas venosas. Éstas son parte de los elementos
estructurales de la propia vena. Están dispuestas en forma de uve invertida en el
interior del tubo venoso y su misión es la de favorecer, mediante contracciones,
el flujo del torrente sanguíneo hacía el
musculo cardíaco y a su vez, impedir el reflujo en dirección contraria.
Las varices aparecen cuando las válvulas dejan de comportarse adecuadamente y la
sangre comienza a estancarse provocando la atrofia de las paredes venosas.
De no tomar
medidas en contra, el sistema venoso de superficie se dilata progresivamente,
en progreso variable de un individuo a
otro según factores de riesgo como la obesidad, el sedentarismo o el tipo de dieta entre otras.
Las varices
entonces se vuelven fácilmente notables pues comienzan a aparecer los síntomas
molestos.
El más
evidente es el dolor, en distintas localizaciones
pero especialmente en la zona de los gemelos; puede variar desde una sensación
de distensión hasta un dolor urgente.
Otro síntoma
es el de la sensación de cansancio,
sobre todo tras prolongados periodos en pie, y más, en regiones u estaciones
calurosas, sobre todo por la tarde. Se contrarresta caminando o descasando, por
cierto tiempo, las extremidades en posición elevada.
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